martes, 19 de diciembre de 2023

 Cuento: ALBA Y EL AGUA (Capítulo 1)

Escrito por Bard, asistente de IA de Google, y adaptado por Braulio Morales Ruiz

Imágenes creadas por Bing, asistente de IA de Microsoft 

(CAPÍTULO 1)

EL HADA DEL AGUA Y LA NAVIDAD 

Había una vez, en un pueblo de los montes de Toledo, llamado Los Navalmorales, una niña llamada Alba que adoraba la Navidad. Le encantaba decorar el árbol, abrir los regalos y, sobre todo, preparar la cena de Nochebuena con su familia.

 Un día, Alba estaba jugando en el arroyo que pasaba cerca de su casa, y vio a una pequeña hada nadando entre las aguas cristalinas. El hada tenía el pelo largo y plateado y llevaba un vestido verde brillante. Alba se acercó a ella y le preguntó:

 -             ¿Quién eres?

 -             Soy María Belén, el hada del agua - respondió la hada -. Me encargo de cuidar de todos los ríos, lagos y mares del mundo.

 Alba se quedó impresionada. Nunca había visto un hada antes.

-             ¿Qué haces aquí? - preguntó.

 -             Estoy aquí para ayudarte - respondió María Belén -. Sé que la Navidad es una época muy especial para ti, y quiero que lo pases lo mejor posible. Pero también quiero que seas consciente de la importancia del agua.

 -             ¿Qué quieres decir? - preguntó Alba.

 -             El agua es un recurso precioso - explicó María Belén -. Es esencial para la vida, y debemos cuidarla. En Navidad, muchas familias utilizan más agua de la habitual, por lo que es importante que hagamos un esfuerzo para ahorrarla.

 Alba asintió.

-             Prometo que lo haré - dijo.

 -             Gracias - dijo María Belén -. Estoy segura de que lo conseguirás.

Y con esas palabras, María Belén desapareció entre las aguas del arroyo.

 Alba se quedó pensando en lo que le había dicho el hada. Estaba decidida a ahorrar agua en Navidad.

 Cuando llegó el día de Nochebuena, Alba y su familia prepararon la cena con mucho cuidado. Alba se encargó de lavar los platos usando el agua con prudencia, y de cerrar el grifo cuando se lavaba las manos. También apagó las luces cuando no las necesitaban.

 Al final de la noche, Alba estaba muy contenta. Había disfrutado mucho de la Navidad, y además había ayudado a cuidar el agua.

 A partir de ese día, Alba siempre se preocupó por ahorrar agua, incluso en Navidad. Y María Belén, desde su hogar en el arroyo, estaba muy contenta de que Alba hubiera aprendido a cuidar de este recurso tan importante.


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